Por Guillermo Molina, gerente de MÁSMAR Transforma.
Cualquiera que piense que el
consumidor de hoy es igual al de antes, comete un gran error. No solo estamos
hablando del acceso a la información o a los dispositivos de comunicación sino
que a lo exigente que es a la hora de tomar sus decisiones de compra. El
planeta atraviesa una crisis ambiental grave y el consumidor de hoy lo sabe y
le preocupa, por lo que ha prestado especial atención a las cualidades de las
empresas que elige, en términos de cuánto, cómo y dónde radican sus impactos
ambientales.
Como programa sabemos que nuestra
industria no está ajena a dicho fenómeno, es por eso que estamos incentivando y
generando esta información, tanto para los consumidores como para nuestros
productores, con el fin de evidenciar con respaldo científico la
sustentabilidad de la pesca y la acuicultura en nuestra región.
De manera concreta, MÁSMAR Transforma
está generando información desde nuestras empresas asociadas respecto a sus
impactos, específicamente su Huella de Carbono, indicador que busca conocer
y corregir las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de un
producto u organización y el Análisis del Ciclo de Vida (ACV), el cual
permite estimar y evaluar el impacto de un producto sobre el medioambiente
durante todas las etapas de su vida.
Gracias a esto hemos podido
evidenciar que, por ejemplo, el quitosano elaborado en la región, que se
obtiene a partir del caparazón de ciertos crustáceos y que se aplica a la
agricultura, tiene un impacto 20 veces menor que un fertilizante químico. De la
misma manera, el paté de machas, elaborado en Caleta San Pedro bajo un modelo
de economía circular, tiene 8 veces menos impacto que un paté convencional, por
ejemplo, de cerdo.
Estamos entrando en una era donde
esta información marca la diferencia, no solo en términos de mercado sino que
con una directa responsabilidad con el medioambiente. Como programa conocemos
los objetivos de desarrollo sustentable a nivel nacional e internacional, por
ende, estamos enfocados en dirigir a nuestra industria hacia ese horizonte de
sustentabilidad, ampliando estas mediciones a otros productos regionales, que
hacen un importante aportes en términos de volumen, empleos y exportaciones.
Este tipo de mediciones de
impactos, los cuales permiten conocer y corregir, deben ser transversales a
todos los rubros productivos. El mercado y el medioambiente así lo requieren.
Por Guillermo Molina, gerente de MÁSMAR Transforma.
Cualquiera que piense que el
consumidor de hoy es igual al de antes, comete un gran error. No solo estamos
hablando del acceso a la información o a los dispositivos de comunicación sino
que a lo exigente que es a la hora de tomar sus decisiones de compra. El
planeta atraviesa una crisis ambiental grave y el consumidor de hoy lo sabe y
le preocupa, por lo que ha prestado especial atención a las cualidades de las
empresas que elige, en términos de cuánto, cómo y dónde radican sus impactos
ambientales.
Como programa sabemos que nuestra
industria no está ajena a dicho fenómeno, es por eso que estamos incentivando y
generando esta información, tanto para los consumidores como para nuestros
productores, con el fin de evidenciar con respaldo científico la
sustentabilidad de la pesca y la acuicultura en nuestra región.
De manera concreta, MÁSMAR Transforma
está generando información desde nuestras empresas asociadas respecto a sus
impactos, específicamente su Huella de Carbono, indicador que busca conocer
y corregir las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de un
producto u organización y el Análisis del Ciclo de Vida (ACV), el cual
permite estimar y evaluar el impacto de un producto sobre el medioambiente
durante todas las etapas de su vida.
Gracias a esto hemos podido
evidenciar que, por ejemplo, el quitosano elaborado en la región, que se
obtiene a partir del caparazón de ciertos crustáceos y que se aplica a la
agricultura, tiene un impacto 20 veces menor que un fertilizante químico. De la
misma manera, el paté de machas, elaborado en Caleta San Pedro bajo un modelo
de economía circular, tiene 8 veces menos impacto que un paté convencional, por
ejemplo, de cerdo.
Estamos entrando en una era donde
esta información marca la diferencia, no solo en términos de mercado sino que
con una directa responsabilidad con el medioambiente. Como programa conocemos
los objetivos de desarrollo sustentable a nivel nacional e internacional, por
ende, estamos enfocados en dirigir a nuestra industria hacia ese horizonte de
sustentabilidad, ampliando estas mediciones a otros productos regionales, que
hacen un importante aportes en términos de volumen, empleos y exportaciones.
Este tipo de mediciones de
impactos, los cuales permiten conocer y corregir, deben ser transversales a
todos los rubros productivos. El mercado y el medioambiente así lo requieren.